La madera tratada y su resistencia a xilófagos: mitos y realidades
La madera es un material tan cálido como versátil. Forma parte de nuestra historia y de nuestra arquitectura, desde los caseríos del norte hasta los techos artesonados de los palacios andaluces. Pero, como todo material orgánico, la madera también puede ser atacada por los insectos xilófagos, como las termitas, la carcoma o los hongos de pudrición. Frente a ellos, la ciencia y la industria han desarrollado diferentes métodos de protección, dando lugar a la conocida madera tratada.
Ahora bien, ¿es realmente infalible? ¿Es cierto que basta con un tratamiento para olvidarse de los insectos? En este artículo te contamos las verdades y los mitos más frecuentes sobre la madera tratada y cómo mantenerla en perfecto estado durante años.
Qué significa que una madera esté tratada
El término madera tratada hace referencia a aquella que ha sido sometida a un proceso químico o físico para mejorar su resistencia frente a los agentes biológicos que pueden deteriorarla. Esto incluye no solo a los insectos xilófagos, sino también a los hongos, bacterias o incluso la humedad ambiental.
Los tratamientos más comunes se dividen en tres grandes grupos:
- Tratamientos superficiales: se aplican sobre la capa externa de la madera, como barnices, aceites o protectores con biocidas. Son útiles para proteger puertas, muebles o elementos decorativos de interior.
- Tratamientos en profundidad: se realizan mediante impregnación al vacío o autoclave. En este proceso, los productos protectores penetran hasta el núcleo de la madera, ofreciendo una protección duradera y estable.
- Tratamientos térmicos: consisten en someter la madera a altas temperaturas en atmósferas controladas. Este procedimiento modifica su estructura interna, reduciendo la humedad y haciéndola menos atractiva para los xilófagos.
Gracias a estos procedimientos, la madera tratada puede resistir durante décadas en condiciones donde una madera sin tratamiento se degradaría rápidamente. Si quieres conocer qué productos son más eficaces para proteger la madera frente a los insectos, te recomendamos visitar este artículo: Productos para proteger la madera contra los xilófagos.
Mito 1: La madera tratada es inmune a las termitas y la carcoma
Este es, sin duda, el error más común. Ninguna madera tratada es completamente inmune a las plagas. Lo que sí ocurre es que el tratamiento retrasa enormemente la aparición de daños y dificulta que los insectos puedan desarrollarse o alimentarse de ella.
Con el paso del tiempo, los productos protectores pierden eficacia, sobre todo cuando la madera está expuesta a la intemperie o a condiciones de humedad constantes. Incluso en interiores, la falta de ventilación o los cambios térmicos pueden reducir la durabilidad del tratamiento.
En NO MÁS TERMITAS Y CARCOMA hemos encontrado vigas o estructuras tratadas hace más de veinte años que, por no haber recibido mantenimiento, han vuelto a ser vulnerables a los ataques de termitas subterráneas o carcomas.
Por eso, la idea de que una madera tratada es eterna es un mito: la protección debe mantenerse y renovarse con el tiempo, igual que ocurre con la pintura o el barniz.
Mito 2: Todas las maderas tratadas son iguales
Otro concepto erróneo es pensar que cualquier tratamiento sirve para cualquier tipo de madera o entorno. En realidad, cada tipo de madera tratada tiene un nivel de protección distinto, y este debe adaptarse al riesgo biológico de su ubicación.
Por ejemplo:
- En interiores secos, basta con un tratamiento superficial.
- En exteriores cubiertos, como pérgolas o porches, conviene un tratamiento en autoclave clase 3.
- En estructuras en contacto directo con el suelo o el agua, se necesita una madera tratada de clase 4, que ofrece una protección mucho más profunda.
Además, no todas las especies de madera reaccionan igual al tratamiento. Las maderas blandas (como el pino o el abeto) absorben mejor los productos protectores, mientras que las maderas duras (como el roble o el castaño) presentan una resistencia natural mayor, pero también más dificultad para la impregnación.
Por eso es fundamental elegir la madera adecuada y asegurarse de que cumple con la norma UNE-EN 335, que clasifica la durabilidad según el nivel de riesgo y la exposición ambiental.
Mito 3: Una vez tratada, la madera no necesita mantenimiento
Otro mito bastante extendido. Aunque una madera tratada es mucho más resistente, el mantenimiento sigue siendo imprescindible.
Los tratamientos, especialmente los superficiales, se degradan con el sol, la lluvia y los cambios de temperatura. Por eso, es recomendable aplicar periódicamente productos de renovación, sobre todo en exteriores o estructuras visibles.
También conviene revisar la madera de forma regular: comprobar si hay zonas blandas, polvo de serrín o pequeños agujeros (síntomas clásicos de carcoma).
En NO MÁS TERMITAS Y CARCOMA aconsejamos una inspección profesional cada dos o tres años, especialmente en viviendas antiguas o zonas con antecedentes de infestaciones.
El mantenimiento no solo prolonga la vida útil de la madera, sino que también evita tener que aplicar tratamientos curativos más costosos y agresivos.
Realidad: la prevención es la mejor estrategia
Una madera tratada es el primer paso hacia una buena protección, pero la prevención integral es la clave para evitar daños.
Esto implica no solo el tratamiento, sino también una correcta instalación y condiciones de conservación adecuadas:
- Evitar el contacto directo con el suelo o zonas húmedas.
- Garantizar una buena ventilación en espacios cerrados (buhardillas, sótanos, bodegas…).
- Controlar posibles filtraciones o condensaciones.
- Sellar grietas o juntas donde puedan anidar termitas.
En caso de detectar indicios de infestación, es importante actuar de inmediato. Los tratamientos profesionales curativos actuales —como los sistemas de cebado o las inyecciones en la madera— son altamente efectivos, pero su éxito depende del diagnóstico temprano.
En nuestra experiencia, las viviendas que combinan madera tratada de calidad, instalación correcta y mantenimiento periódico se mantienen libres de xilófagos durante décadas.
Madera tratada: durabilidad, sostenibilidad y responsabilidad
Hoy en día, la madera tratada no solo se asocia con protección, sino también con sostenibilidad. Al prolongar la vida útil de los elementos estructurales o decorativos, se reduce la tala innecesaria y el consumo de recursos naturales.
Los tratamientos modernos, además, utilizan productos respetuosos con el medio ambiente, libres de arsénico o compuestos tóxicos antiguos, lo que los hace compatibles con la bioconstrucción y la arquitectura ecológica.
Optar por la madera tratada certificada y por profesionales cualificados no es un gasto, sino una inversión a largo plazo: una estructura sana, estable y segura que resistirá el paso del tiempo.
Conclusión: ni milagros ni leyendas, solo buena práctica
La madera tratada no es un escudo mágico, pero sí una herramienta eficaz si se utiliza correctamente. Su éxito depende de tres factores: la calidad del tratamiento, la instalación adecuada y el mantenimiento regular.
Con la ayuda de especialistas como el equipo de No más termitas y Carcoma, es posible mantener cualquier estructura de madera, desde vigas antiguas hasta pérgolas modernas, libre de insectos y en perfecto estado durante muchos años.
En definitiva, la madera tratada es más resistente, no indestructible. Entender esa diferencia es la mejor forma de cuidar el patrimonio y evitar sorpresas desagradables.


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